jueves, 1 de septiembre de 2016

Vocación y Misericordia

Nuestra vocación, cualquiera sea, es un gesto de misericordia de Dios hacia nosotros. Al respecto el Papa Francisco en muchas ocasiones ha hecho alusión al lema que puso en su escudo pontificio: "Miserando atque eligendo" (Lo miró con misericordia y lo eligió). Hace referencia al llamado de Mateo.
Es muy expresivo el hecho que se trate de Mateo y no de cualquier otro Apóstol, porque éste era publicano. Los publicanos eran los cobradores de impuestos de Roma, imperio que ocupaba entre otros, los territorios del pueblo de Jesús. Estos personajes no eran romanos, sino hebreos. De esta manera ellos se ocupaban de formar parte de la estructura que dominaba a sus compatriotas. Además no se contentaban con cobrar los impuestos, sino que los aumentaban para quedarse con el "plus"
Es fácil suponer lo mal vistos que eran y que su traición a la patria era considerada un pecado público. Es muy probable que incluso el resto de los discípulos del Señor miraran de rabo de ojo a Mateo y... sin embargo Jesús lo eligió.
Erróneamente muchos de nosotros creemos que la vocación, sobre todo la de especial consagración y la sacerdotal, es un premio que Dios da a la gente buena o a las familias intachables. En consecuencia quienes no formen parte de esos grupos, están fuera. En realidad es una gracia que el Señor otorga a los buenos y a los no tan buenos...
La mentalidad de la vocación como premio hace que muchos ni se pregunten por ella, porque la consideran patrimonio de una elite religiosa de la que no forman parte. Nada más falso.
En efecto hay miles de historias de "ovejas negras" que terminaron siendo "pastores del rebaño" Aunque en realidad, nadie puede considerarse una blanca ovejita...
En este Jubileo de la Misericordia es bueno que te preguntes qué quiere Dios de ti y no tengas miedo de ir descubriendo la respuesta. Ya sabes que él no llama a los justos, sino a los pecadores (Mt 9,13)


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