jueves, 22 de noviembre de 2018

¿Sobre qué discernir?

Hemos dado una pequeña pincelada sobre el discernimiento vocacional (click aquí) En este breve artículo quisiéramos afinar un poco más el tema preguntándonos sobre qué debemos discernir.

El discernimiento principal que como seres humanos debemos hacer es sobre el bien y el mal. Este qué hacer no compete solamente a quienes son religiosos, ni solamente a quienes creen en Cristo. Al contrario, forma parte de la vocación fundamental de cualquier hombre o mujer sobre la tierra, incluso del no creyente. En efecto, por nuestra sola humanidad debemos preguntarnos sobre lo bueno para hacer y lo malo para evitar.

Otro detalle para tener en cuenta, aunque no nos detengamos a desarrollarlo ahora, es que el discernimiento lo realizamos para distinguir lo malo que pervierte o deforma lo bueno. Porque el bien es la base de toda realidad existente. En ella podemos captar algunas imperfecciones (el mal) que en la medida de nuestras fuerzas habremos de evitar.

Ahora bien, el mal nunca se nos presenta en estado químicamente puro. Si fuera así, no habría necesidad de discernimiento y lo rechazaríamos de plano. Uno podría decir que el mal se disfraza de bien o alberga en su interior algo de bien. Eso es lo que desorienta. Por ejemplo, una mentira se viste de verdad para ser creíble. El deber de quien la escucha es saber distinguir lo verdadero de lo falso, para aceptar sólo lo primero.

Pero aún cuando la maldad fuera bastante clara (mentir o matar, por ejemplo), es necesario discernir, porque se nos ofrece como algo atractivo, deleitable, o por lo menos práctico y eso normalmente impacta sobre nuestra emotividad y nos lleva casi imperceptiblemente a obrar de manera inconveniente.

Para los cristianos creyentes todo esto tiene un plus y es que el bien es voluntad de Dios y ese es el objeto principal de nuestro discernimiento. ¿Es voluntad de Dios que yo haga esto o que haga aquello? ¿Cuál es lo bueno? ¿Cuál lo mejor?

Este primer nivel es el que está en la base de cualquier discernimiento.




martes, 13 de noviembre de 2018

Algo sobre el discernimiento vocacional

No tengan miedo de sumergirse en su intimidad
Discernir designa el proceso de distinguir, separar, aclarar cosas que pueden resultar oscuras o muy mezcladas.

Al discernimiento le sigue la decisión y la acción. No basta con saber diferenciar entre el día y la noche, entre lo salado y lo dulce. Si no se pasa a la fase decisoria todo queda estéril e inútil.

Para quien discierne una vocación lo primero es tomar conciencia de que Dios le dio una. No es, por lo tanto, un privilegio de algunos pocos elegidos y del cual nos vemos exentos los mediocres. Sí, porque para el Señor, ninguno de sus hijos es mediocre.

Por eso el discernimiento vocacional constituye un sano deber moral que todos debemos realizar continuamente. Sano, porque el negarnos a él nos conduce a la frustración y a que el entorno tome las decisiones que nos competen a nosotros y terminemos en situaciones que nos resulten odiosas. Si uno no decide, la vida termina decidiendo por uno; pero lo tremendo es que muchas veces no es la vida (entendida como impulso vital positivo que invita al crecimiento), sino los demás. Ahora bien, si "los demás" se toman el atrevimiento de decidir por alguien y lo avasallan, esos "los demás" no son muy buena gente. Por tanto, cumplir con este deber es hacernos cargo de nuestra persona; es el camino a la auténtica realización de sí mismo, con la consecuente alegría que ello nos da y que tiene la capacidad de alegrar también a quienes nos rodean. Dicho de otra forma el discernimiento es un sano deber moral que nos conduce a la propia madurez.

¿Quieres ser feliz y hacer felices a los demás?. ¿Quieres madurar?. Discierne. ¿Qué es lo mejor que puedes hacer con tu vida? Eso mejor que puedes hacer es lo que Dios quiere de ti, es a lo que te llama, es tu vocación.

Un abrazo grande y no tengan miedo de sumergirse en su intimidad, no tengan miedo de hacer iluminar esa intimidad con la Palabra de Dios y la vivencia de los Sacramentos. No tengan miedo de buscar un amigo espiritual, un mayor en la fe, un "padrino/a" (alguien que también viva iluminado por el Evangelio de Cristo) que los acompañe. No teman tampoco hacerse cuestionar por las cosas que ven a su alrededor, sobre todo por el sufrimiento de los demás. Todo eso forma parte de discernir la propia vocación.

El camino es apasionante y puede comenzar hoy...

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Dios te llama y sostiene

Si en una , da la fuerza necesaria para responderle, con tal que tengamos la humildad de recurrir a su y seamos compasivos con la gente.

Nunca creas que una vocación (matrimonial, consagrada, sacerdotal o cualquier otra), es un peso que Dios te da, sin comprometerse con vos. Por eso contá siempre con Él para llevar a cabo el sentido de tu vida.

No hay que tener miedo de los defectos propios; hay que recurrir a su Misericordia continuamente, sin desesperarse y pedirle mantener un continuo espíritu de conversión.

El prójimo que Dios nos da, también es mensajero del Señor. Muchas veces nos habla en las voces de quienes nos rodean.

Pidamos al Espíritu Santo poder interpretar sus mensajes y responderle con generosidad.