¿Qué es la vida religiosa
consagrada? Es dar una respuesta concreta a Dios Padre que nos llama y alienta
a trabajar por su Reino: “La mies es mucha, los operarios pocos…” Ya Juan Pablo
II nos decía en la Exhortación sobre la Vida Consagrada: “Los consagrados
tienen una especial participación en esa su misión guiados por el Espíritu
Santo al Pueblo de Dios.
Esta vocación se concreta en un seguimiento
muy cercano a Jesús viviendo los concejos evangélicos de pobreza, castidad y
obediencia; también formando parte y conviviendo en una fraternidad especial
que es la comunidad o la familia religiosa. En ella se consideran y se tratan
como verdaderos hermanos, razón por la cual generalmente solemos llamarlos con
ese título: hermano/a.
Las familias consagradas
han sido fundadas por personas en alguna época de la historia de la Iglesia,
tienen siempre una serie de prácticas y apostolados que les son característicos
y muchas tienen hasta una forma de vestirse con algún hábito que los distingue,
como así también las casas en las que residen juntos.
El Espíritu Santo ha
suscitado estas diversas familias religiosas que nacen como respuestas a las
múltiples carencias de la humanidad. Desde la necesidad monacal de una oración
profunda y constante de monjes o monjas, pasando por las Ordenes y
Congregaciones, dedicadas a la predicación, a la enseñanza, a la atención de
los pobres, los enfermos, los minusválidos, hasta llegar a los nuevos y
recientes Institutos Religiosos de la actualidad.
Todas las familias de religiosos consagrados fueron
motivados por el dolor, las injusticias y
las carencias de la humanidad, pero
también han encontrado su razón de ser y el apoyo para sus muchas actividades
en la Eucaristía. Porque sin Cristo vivo, adorado en el Pan Consagrado y
recibido en la Comunión, escuchado en su Palabra como centro de apostolado,
cualquier comunidad religiosa termina desvirtuándose y deja de anunciar con su
estilo de vida el Reino de Dios hacia el que toda la humanidad puede encaminarse.
También se considera como vocación religiosa la de los ermitaños que se consagran, para vivir en absoluta soledad dedicados principalmente a la oración, la penitencia y la alabanza a Dios.
Hoy le pedimos a Jesús
Sacramentado por todos los consagrados y por aquellos que están llamados a
vivir esta forma de vida, especialmente por los que están en nuestra prelatura,
para que el Espíritu Santo los ilumine y que en la fe, esperanza y caridad,
siguiendo sus huellas, abracen a Jesús como Camino, Verdad y Vida.
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