La razón de ser de un
sacerdote es la Eucaristía. Toda su vocación se entiende desde allí. Todo el
trabajo que puede realizar en la comunidad cristiana con religiosos y laicos la
tiene como fin, modelo y causa.
Incluso cuando el
sacerdote se dedicara a la promoción de los pobres, o al arte, o a la
educación, o a la ciencia, todo tiene como centro y eje la Eucaristía. Todo se
hace para encauzar los corazones humanos a Cristo vivo en el Santísimo
Sacramento.
Más todavía, el aporte
propio del sacerdote a todo el mundo (incluso a no creyentes), es la
Eucaristía. En efecto, sólo en las manos sacerdotales el pan y el vino se
transforman en la Persona viva de Cristo. Por eso más allá del carácter, de las
habilidades, de las preferencias pastorales1, de su misma
pertenencia a una espiritualidad2, un sacerdote jamás puede poner en
segundo plano la Eucaristía, ni puede privar de Ella a nadie que la valore y
ame como enseña la Iglesia.
Todos los demás
sacramentos que el sacerdote celebra, particularmente el de la Confesión, se dirigen a este Sacramento.
Cualquier cristiano bien interiorizado en la Sagrada Escritura puede hablar con idoneidad y excelencia sobre ella, pero cuando lo hace un sacerdote en la celebración de la Misa, su homilía tiene un carácter sacramental que no puede tener ninguna otra forma de predicación bíblica. Por esta razón, también la predicación de la Palabra por parte del sacerdote es prioritariamente eucarística
La vida sacerdotal dentro
de la comunidad de la Iglesia, con sus luces y sombras, tiene como motor
principal su relación con Cristo vivo en la Eucaristía. En Él se encuentra
también su modelo, porque todo el trabajo que el cura realiza con la gente debe
ser llevado a cabo al estilo de Jesús, que se entrega por entero a todos, con
una particular preocupación por los pecadores y los más necesitados.
Es la Eucaristía la que le
da fuerza y belleza a toda la vida sacerdotal, todos los sacrificios y
sinsabores que se puedan encontrar en el camino pueden ser subsanados siempre
con el sabor de este Sacramento.
Dios quiere recurrir y necesitar de un hombre lleno de limitaciones, como todos sus hermanos, para hacerse presente en medio del Pueblo peregrino. Ojalá sean muchos los que descubran en su corazón esta vocación y sean generosos para responder afirmativamente.
Pidamos a Cristo presente
en esta Hostia por sus sacerdotes y por aquellos que Él quiera llamar a vivir
en esta vocación, para que nunca le falte al Pueblo de Dios el alimento que le
hace caminar sobre la tierra hasta llegar al Cielo.
María Santísima, Madre del Verbo hecho carne, con su intercesión y ternura ruegue por aquellos que están llamados especialmente a hacerlo Pan de vida en la mesa del altar.
1. Por preferencias pastorales entendemos aquellas actividades que un sacerdote prioriza sobre otras también pastorales. Por ejemplo a algunos de ellos trabajan más la catequesis, otros la liturgia, otros la promoción social, otros los jóvenes, etc...
2. Por pertenencia a una espiritualidad nos referimos a aquellas identificaciones legítimas que un sacerdote puede tener respecto de determinados grupos, por ejemplo la pertenencia a una Orden, Congregación, Movimiento, Sociedad Apostólica, etc...
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